Tras el merecido tributo a Damaris hecho en este blog, llegó el momento de rendir un homenaje al Eduardo Pimentel de la conducción, el poeta del parqueo, la única persona que, en medio del contraflujo de la Séptima, va hacia el sur cuando la Séptima va para el norte y no contento con eso, deja las llaves de su carro dentro del vehículo en medio de una pertinaz lluvia detrás de la Clínica del Country («[…] en el encendido y con el motor en marcha» comenta el joven Seb), obligando a sus cofrades (este servidor, Nando, Piter, Seb y Lesmes) a buscar un gancho y/o un alambre en medio de la lluvia, y como último recurso, el usar las delgadas manos de Lesmes para hacer una acción digna del peor chirrete de nuestras calles.

Señoras y señores, sea este post un sentido y humilde tributo a la londra de las vías, el gañán del volante, el as del timón: David Espinosa, conocido en el bajo mundo como Osis.

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