patriotismo falso


Se acabó, a Dios gracias, uno de los momentos más denigrantes para el fútbol y la decencia de nuestra sociedad.

Si, no veremos a Messi, Giovanni dos Santos o Nabil El Zhar jugando en el Eduardo Santos, en La Libertad o en el Centenario de Armenia. Pero nos ahorraremos muchísimo billete que, como es bien sabido, será birlado por nuestros políticos.

XTRÄAS:
– Vamos a por la orejona. Pronto mis picks para las semis.
– ¡Aguante el ballet azul!

Listener supported: New Shoes (Paolo Nutini)

Hoy, observando el registro de comments del blog, encontré una desobligante seguidilla de insultos contra mi amigo Lingo por su disgusto (compartido por mi persona) ante estos «nuevos sonidos» de la música colombiana.

Resulta que, para la corresponsal (y mucha gente que pulula por ahí), tenemos que estar totalmente sordos ante la música que sale de nuestro país, automáticamente proclamando que es muy buena música sólo porque es colombiana, y al que no diga eso lo consideran como «apátrida».

A mi me parece particularmente triste eso. Que nuestro «patriotismo» dependa de tener todos los CD’s del táparo de Lucas Arnau, de publicar a los cuatro vientos que nos gusta el buey almizclero, que cantemos con todos «Vivo en el limbo» con propósitos diferentes a los humorísticos, que creamos que Madonna es una hijueputa porque le quitó un premio a «nuestra» Shakira, que Paul McCartney recibió la iluminación divina al conocer a Juanes… eso me parece estúpido. No sólo porque nos define de una forma idiota ante el resto del mundo (dudo que los canadienses consideren que decir que Celine Dion es una mierda sea un delito nacional o que se considere apátrida al danés que no guste de Aqua), sino porque es un patriotismo falso.

No sé de teoría musical ni de historia de la música, pero sé muy bien que este «nuevo sonido» es pueril y lo menos «rockero» del mundo. Recuerdo el concierto de febrero en la Plaza de Bolívar. La mitad de la gente iba por Alerta (un grupo que no me disgusta) y por los detestables Dr. Krápula (o cómo hacer la misma canción una y otra vez). Un cuarto de las niñas se hacinó por la culpa de Lucas Arnau (otra presentación fría y blanda), y muy pocos íbamos por las dos bandas que, en mi concepto, representaban mejor a Colombia: Sidestepper (cada vez tocan mejor) y La 33.

Creo que las bandas colombianas de verdad, las que no responden a los clichés «ilonescos» del negocio, las que no quieren crear una nueva camisa negra o tener el éxito de la rebuznadora de Barranquilla, esas bandas están en otros lados distintos. Por ejemplo, pienso que Aterciopelados, si bien manejó los elementos de carranga y despecho que tan famosos hicieron a Juanes (y tan vejada dejaron a la pobre Heidi Klum en el sorteo del Mundial), logró fusionarlos con punk para crear una propuesta que en su tiempo fue nueva. Alerta me parece un nuevo aire. Odio a Botero tiene el elemento de burla (pueril, pero burla después de todo) que tanto nos hace falta. Y hay muchas otras cosas. Carlos Vives, La 33, Bloque, Distrito Especial, Vietato… lo que hay son propuestas nuevas.

No me vengan a decir que no valoro lo colombiano porque siempre rebuzno cuando sale Shakira en televisión, o hago el saludo fascista cuando sale el Uribe con melena. Lo valoro, y mucho. Por eso soy tan jodón con la música colombiana. Porque creo que puede dar mucho más que el «paruparupaparuparu», porque creo que nos podemos contentar con algo mejor que la versión Miami del Gitano groserón, porque sé que Shakira nunca será nuestro modelo a seguir.

LEGAL DISCLAIMER: Como siempre, espero el clásico «qué post tan malo». Póngalo, pero argumente por qué.

Listener supported: Bacalao Sala’o (Sidestepper), Hoy tenemos (Sidestepper), Pilas! (Aterciopelados), Candela (Aterciopelados), La estaca (Aterciopelados), La cuchilla (Las Hermanitas Calle, versión de Aterciopelados), In the beats we trust (Sidestepper), Salsa Rai (Faudel & Yuri Buenaventura)